domingo, 6 de julio de 2014

CUANDO SE NOMBRA  A UN CHICO POR LO QUE PADECE… En estos días escuche dos veces el diagnostico TGD para dos niños de 3 y 4 años. Y me produce cada vez un efecto de malestar profundo, enojo, impotencia, porque este y otros nombres diagnósticos cierran puertas dando lugar a estigmas, queda nombrando la discapacidad su identidad y destino. Y porque estos diagnósticos salen como pan caliente diariamente después de largos estudios/test/observaciones a que son sometidos los chicos, con esperas angustiosas para ellos y los padres, y a menudo, sin que se les cuente a los protagonistas de la escena que les está pasando. Elijo la ética del psicoanálisis  porque invita a mirar al sujeto, leer su historia, ubicar y reubicar el malestar o la dificultad de quien padece a modo sintomático como parte de una trama familiar, y que denuncia lo que no funciona. Para que puedan hacerse nuevas tramas tomando lo más sano de cada quien, y buscar nuevos modos para hacer funcionar lo que esta inhibido o detenido, desbordado o contenido. Pero siempre se trata de leer la angustia que está por debajo de lo que no anda. Los nombres diagnósticos que rotulan diciendo ES UN o TIENE simplifican la cuestión, diciendo lo que NO en lugar de lo que SI. Hablan de lo que no anda. Y queda nombrado el sujeto por lo que no puede. Aun donde lo genético u orgánico está comprometido, a estas alturas de la evolución de una parte de la humanidad se sabe que no hay uno que transite ese padecimiento igual a otro. Depende del entorno, de la apuesta, de lo dicho y no lo dicho haciéndose lugar en  las palabras que traducen la angustia singular y familiar.
Me enoja la soberbia ignorancia de cantidad de “profesionales de la salud” que tomados por técnicas y teorías obsolotetas, de lo que dice un baremo, de lo que un libro clasifica con ítems que, si aparecen en alguna medida, nombran un cuadro dejando por fuera que eso tendrá consecuencias iatrogénicas y des-subjetivantes para ese ser y su familia. En el mejor de los casos los padres después de la angustia masiva que sienten pueden buscar otra opinión y no quedarse con la certeza que obtura las preguntas necesarias al tener un hijo que porta la discapacidad familiar. Pero en muchos el síntoma que nombra lo que no funciona, queda convenientemente -a modo inconciente, claro- ubicado en uno solo y se puede seguir sin mirar lo que hay que mirar.
Es menester para los que tenemos una posición desde el psicoanálisis, ayudar a pensar, abrir preguntas, y denunciar lo que no funciona. Creo que finalmente se trata de escasa disponibilidad  de recursos  de quienes eligen este modo de hacer/deshacer la salud mental. Porque no hay preguntas, entre otras, la más simple, como sería posible que a TODOS los que muestran tal o cual dificultad, les pase LO MISMO? donde quedan las diferencias, lo más humano? Como un abordaje común podría ser singularizante?
Todos tenemos síntomas, disfunciones, dificultades, capacidades y discapacidades. Los síntomas son para leer, nos guían, nos orientan sobre que nos DICE ese niño a gritos, como puede, como encuentra, pidiendo que lo inviten a  salirse del  lugar del padecimiento, del “paciente”, que pasivamente padece.
Con los niños es urgente hacer un movimiento vital. Los diagnósticos solo tranquilizan a quien finalmente se contenta con que “supo” lo que le pasa a alguien, lo deja nombrado con un nombre de enfermedad, dejando por fuera la enorme responsabilidad ética y humana de quienes en algún momento decidieron ayudar y acompañar a otros en la ardua tarea de ir viviendo.
Adhiero a las posiciones humanas que se ocupan de las diferencias como lo más propio del ser humano, que se prestan como puentes para ir trazando nuevas tramas junto a los que padecen dificultades, con la apertura de que nada esta sabido de antemano, nadie puede saber del otro, que se trata de des-cubrir juntos, analista y analizantes, lo mas propio de cada uno, las potencialidades, las capacidades y los instantes en que uno se encuentra con uno mismo (parafraseando a Deleuze “LA VIDA SON MOMENTOS EN QUE UNO SE ALCANZA A SI MISMO”).

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